Su escuela de música fue viajar durante siete años. Cada vez que pisó un lugar nuevo se encontró con otro aprendizaje, conoció artistas de todo el país y de Latinomérica. Aprendió tocando con otros, "abriéndose munditos" en los que su hilo conductor fue la música. De vuelta en Esquel enseña y aprende, compone y comparte su mirada artística con lo social, lo comunitario, lo artístico, tejiendo redes con melodías.