A los cinco años se quedó bizco y tartamudo cuando cayó cerca de él una bomba en plena guerra mundial. Nacido en Italia, hasta los siete creyó que su papá había muerto en el frente y después de un más de mes de viaje en barco y tren llegó a orillas del Lago Futalaufquen. Hizo construcciones importantes en toda la Patagonia y forjó una actitud que, aunque genera debate, lo mantiene activo y queriendo dejarle a Esquel, algo de la felicidad que le permitió transformar su vida.