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28 de Diciembre de 2025

Criónica: la apuesta extrema de quienes decidieron no ser enterrados

Entre la ciencia y la fe en el futuro, la criónica preserva cuerpos y cerebros a temperaturas extremas, sin garantías de resurrección, como una apuesta humana contra el límite final de la muerte.

Por Redacción

Domingo, 28 de diciembre de 2025 a las 17:31

No quisieron ser enterradas. No aceptaron decir “hasta aquí”. Cuando la muerte fue certificada legalmente, sus cuerpos no fueron llevados a un panteón ni despedidos de forma tradicional. En cambio, fueron trasladados a tanques de nitrógeno líquido, a temperaturas extremas, con la esperanza de que el tiempo —y la ciencia— algún día jueguen a su favor.

Se trata de la criónica, una práctica real, documentada y profundamente polémica, que ya fue elegida por más de 300 personas en todo el mundo. Algunos optaron por preservar el cuerpo completo; otros, únicamente el cerebro. El costo del procedimiento puede alcanzar los 200 mil dólares, una cifra que refleja tanto la complejidad técnica como la magnitud del deseo que la impulsa: no desaparecer definitivamente.

Actualmente, no existe tecnología capaz de revertir este proceso ni pruebas científicas que garanticen que una persona criopreservada pueda volver a la vida. La criónica no ofrece certezas: es, en esencia, una apuesta al futuro. Sus defensores confían en que avances médicos y tecnológicos aún inexistentes puedan, algún día, reparar los daños celulares y revertir la muerte clínica.

Las organizaciones más reconocidas que realizan estos procedimientos son la Alcor Life Extension Foundation y el Cryonics Institute, ambas con sede en Estados Unidos. Allí, los cuerpos permanecen almacenados en grandes contenedores de nitrógeno líquido, en un estado de suspensión indefinida.

Para algunos, la criónica es una expresión de locura o soberbia científica. Para otros, un acto de fe en el progreso humano. También hay quienes la interpretan como una manifestación extrema del miedo a la muerte. Lo cierto es que estas personas no están vivas, pero tampoco enterradas. Permanecen en una zona intermedia, esperando.

La historia humana siempre estuvo atravesada por el temor al final y la búsqueda de trascendencia. Y aunque la ciencia avance a pasos agigantados, hay preguntas que siguen abiertas. La criónica no responde a todas ellas, pero expone con crudeza una verdad persistente: incluso frente a la muerte, el ser humano sigue buscando una segunda oportunidad.