Enclavado a lo largo de la Ruta Nacional 25, a unos 7 kilómetros al oeste de Cajón de Ginebra Chico, Cajón de Ginebra Grande es un pueblo en la provincia de Chubut con una historia fascinante. Según cuenta la leyenda, el nombre peculiar de este pueblo se debe a un curioso accidente del pasado. Durante los años 1880 y 1890, en los viajes habituales entre los valles 16 de Octubre y el inferior del río Chubut, era común transportar provisiones para las viviendas que se estaban construyendo en la región andina. En uno de esos viajes, un cajón de ginebra cayó del carro que lo transportaba. Este incidente dio origen al nombre "Cajón de Ginebra Chico", ya que las personas comenzaron a referirse a la zona como "más acá" o "más allá" del lugar donde ocurrió el accidente.
Pero la historia no termina ahí. Otro episodio similar ocurrió en el pasado, pero esta vez el cajón que se cayó era mucho más grande. Esto llevó a que se le diera el nombre distintivo de "Cajón de Ginebra Grande" al paraje. Incluso el reconocido locutor Hernán Rapela le dedicó un espacio para difundir este rincón chubutense y compartió una reseña histórica en sus redes sociales.
Cabe destacar que la zona está habitada principalmente por colonos de origen galés, quienes se refieren a ella como "Bocs Gin", que en su idioma significa "Ginebra triste". El explorador Francisco Pietrobelli también mencionó este lugar en sus recorridos por el territorio del Chubut en enero de 1897. Con el paso del tiempo, en 1908 se estableció en Cajón de Ginebra Grande un almacén de ramos generales llamado Los Mellizos, y en 1922 se abrió la Escuela Nacional N.º 64, que en su momento de mayor esplendor llegó a albergar hasta 20 estudiantes.
Sin embargo, a medida que pasaron los años, Cajón de Ginebra Grande comenzó a despoblarse. Hoy en día, este lugar que alguna vez fue un pueblo activo se ha convertido en un auténtico pueblo fantasma, donde las calles desiertas y las construcciones abandonadas evocan recuerdos de un pasado vibrante.
La historia de Cajón de Ginebra Grande es un recordatorio de cómo las comunidades se forman, prosperan y, a veces, desaparecen, dejando atrás nombres y relatos que se convierten en parte del patrimonio cultural. Aunque casi deshabitado, este lugar sigue fascinando a quienes descubren su peculiar nombre y los relatos que lo acompañan.