Por donde vayas en Esquel alguien tiene un anillo, un dije o aritos de Foka. Hace treinta años que es artesano y actualmente se dedica a la plata y las piedras semipreciosas participando en cada feria que surge en la región aportando identidad local. Emiliano Mociulsky buscó un trabajo acorde a sus deseos de vida y encontró en Esquel la oportunidad para desarrollarse, haciendo propia esta tierra: Encontró en su trabajo una forma de vida y una manera de estar con los otros: "mi postura política es mi manera de vivir", dice.
SER DUEÑO DE TU TIEMPO
“La gente piensa que soy de acá, porque los que son jóvenes me vieron siempre”, dice Foka y es que se vino a Esquel a sus veinte años desde su tierra natal, el barrio de Chacarita en Buenos Aires. Sus papás se dedicaban a fabricar indumentaria y telas y trabajaban la mayor parte del día así que Foka se la pasaba bastante en la calle, jugando a la pelota. Con la adolescencia y en el marco de esa libertad en que fue criado, se metió en cuanto recital se le cruzaba y vio a Divididos, Los Piojos, Las pelotas, la Bersuit, que en esa época sacaban sus primeros álbumes.
- ¿De dónde surge tu deseo por hacer artesanías?
- Una cosa que me gustaba mucho era viajar. Ya desde la secundaria empecé a conocer como mochilero y veníamos al sur a "jipiar". Nos tomábamos el tren a Zapala y de ahí para donde sea. Fuimos a El Bolsón, a Bariloche, mientras todos se iban a la costa. Ahí conocí un ámbito increíble y dije ¡guau! Buenos Aires no es un lugar para mí, creo que iba a volcar, iba a terminar mal. Me vine a Esquel porque tenía un amigo que se había venido con su novia que era médica residente y yo no tenía plan. Había estado en Bolivia con mis amigos y como también me gusta mucho estar solo medio que me desligué y bajé por Chile. Cuando llegué acá también estaba empezando una relación con una chica de acá, Mariana, que hoy es la mamá de mis hijos, así que me quedé.
-¿De qué trabajabas?
- Siempre de changas malas, empecé a hacer artesanías de chico y cuando terminé la escuela estudié periodismo. Ahí tenía una novia que era de La Plata y ella iba a las ferias a vender gorros con la madre y me encantaron los hippies, las hierbas medicinales, los veía a todos fumando y pensé que ese era mi mundo. Los trabajos convencionales no me duraban nada y estaba en esa búsqueda, no quería estar en el sistema y me sigue pasando. Cuestión que trabajaba en un bar cerca de donde estudiaba, en TEA, repartía café y vi ahí en Once que estaba la calle de las herramientas y que había un curso de joyería. Me metí en un par para conocer las herramientas, yo ya estaba haciendo pulseritas y arranqué muy a ensayo y error. Fui a cinco clases y me compré las herramientas para arrancar solo.
- ¿Qué te gustaba de hacer joyas?
- Me gustaba el ámbito, en mi casa automáticamente me convertí en el bicho raro, porque nadie nunca hizo algo de esto. Me decían, “éste que va a vivir de eso”, no lo podían creer. Pero yo muy tozudo, soy de planear lo que tengo que hacer a corto plazo y ejecutar. Así voy y entonces me gustaba la dinámica que no significaba trabajar menos, sino a veces todo lo contrario, paso días enteros donde soy mi propio motor y me gusta mucho hacerlo, por suerte se mueve. Fijate la gente en la calle, todo el mundo tiene puesto algo y tenés diez dedos. Siendo un chico que no era de acá me fue muy bien y venía de una época muy “border”, me instalé en la casa de un amigo y empecé a trabajar. Estaba el cine ahí en frente de donde empecé a vender. Después la feria en la plaza San Martín y ahí me incorporé al grupo de artesanos.
SER PARTE DE ALGO MÁS GRANDE
En Esquel Foka empezó no sólo a desarrollar sus habilidades con la plata sino también a participar de espacios colectivos como la Asociación de Artesanos de Esquel y las ferias de la ciudad y de Trevelin. Al tiempo se hizo su propio taller desde donde crea todo lo que vende en los distintos espacios y los pedidos específicos de los clientes que ya mantienen un vínculo especial con sus hermosas y delicadas creaciones y pero también con él: "son del Foka", dicen orgullosos.
- ¿Cómo fue ese primer tiempo?
- Yo había hecho un poco de feria en Buenos Aires y acá me pasó de empezar a encontrarme con artesanos viajeros que como me veían medio amigable, yo los invitaba a mi casa y bueno, los artesanos tenemos mucho de eso, somos como una familia. Hubo un par que me enseñaron mucho, me acuerdo del gordo Juan, un loco, un viajero que sabía mucho, que estaba en Corcovado y lo vi a laburar y aprendí un montón de él. Ahí empecé a viajar por todo el sur y me acuerdo una vez en el 99 fui a Puerto Madryn, me acuerdo porque salí en el diario, en la tapa del Chubut, yo re pendejito, es muy graciosa esa foto, siempre que la veo digo, “mirá qué microbio que era”, bueno que soy también. Hacía cosas con parsec, venía de esa parte de la artesanía, de la calle. Después fui a unas re grandes en Comodoro y claro que las primeras fueron en Plaza Francia en Buenos Aires. Ahí a los pendejos los hippies nos trataban bastante mal, ahora cambió un montón. Las ferias fiscalizan, ¿viste? Y por ahí viene uno a decirte, “che, a ver qué mierda hacen” y yo tenía 20 años y ahora por ahí viene uno que labura espectacular y yo me paro en el mismo lugar. Aprendí a ser amigable con todo el mundo, con los nuevos, con todos, porque no está bueno eso de ir a una feria con miedo. Somos compañeros y está bueno recibir bien a la gente.
- ¿Siempre hiciste cosas con plata?
- Primero con alpaca pero la plata es más noble, sale más y en ese entonces era más barata que ahora. El valor igual está en el trabajo que hacés. Yo siempre laburaba mucho calado, de arte rupestre y mi paño era muy característico porque empecé a sumar las piedras y llevaba mitad y mitad. En un momento la piedra explotó y empezó a llenarse el paño cada vez más. Mi estilo fue siempre poder producir más, pero ahora estoy haciendo más joyería pesada, me siento más seguro de mi.
-¿Qué implica hacer joyería pesada?
- Cosas con más detalle o a pedido. Yo juego un poco y aprendo también acá en mi casa taller. Disfruto mucho de la soledad, es una terapia. Escucho música todo el día, no escucho más la radio, hice una bola con toda la mierda y la tiré, chau, vivo en otro mundo. Obviamente estoy al tanto y tengo una postura política pero también mi postura política es mi manera de vivir. Los que están ahora en el gobierno, estaría bueno que se fueran, pero me harté. La artesanía me dio mucha libertad, una palabra tan mal usada en este tiempo, me permitió cosas como criar a mis hijos, ir a buscarlos al colegio, hacerles la comida, estar con ellos y lo hice con mucha alegría porque dispuse de tiempo. Para mí, eso es la felicidad. Ahora estoy acá en mi casa taller y mi hija pasa porque vive al lado. Esto se lo compramos a Carlos Cortines, cuando te dije que era un microbio, yo paraba acá y vivía Jaime Bashkansky, que era un loco que estaba re chiflado, dramaturgo, profesor de teatro y él se la alquilaba a Cortines, un artista polifacético, acá donde vivo era su depósito. Yo venía acá porque no tenía dónde parar y una vez justo lo vendía y yo sin buscarlo, se la compré porque justo me enteré que la puso en venta y estaba accesible, fue en el 2000.
SER ARTESANO O HACER ARTESANÍAS
Es dueño de su tiempo, trabaja de lo que le gusta hacer y pudo adquirir su casa y taller, Foka se siente agradecido con la ciudad que le permitió desarrollarse y no se olvida que al principio le costó mucho.
- Pienso que sos una persona re solitaria, pero la artesanía también te llevó a conocer y vincularte con un montón de gente.
- Si es re loco porque el laburo este tiene eso, tengo amigos, también de la familia que se genera entre los artesanos. Yo voy a los pueblos y paro en sus casas y ellos vienen acá y funciona así. Es un sistema muy organizado, es ser compa realmente. También ahora con las redes me pasó que una compa me preguntó cómo hacía algunas cosas que vea en Instagram y a partir de ahí intercambiamos saberes así. Después de casualidad estaba con su familia en El Bolsón y se vinieron a pasar unos días, así la conocí. Sucede entre los artesanos esa conexión especial, somos como medio extraterrestres, algo de eso hay. Después hay otro sector, porque la artesanía alberga mucha gente que hace artesanías, y yo digo que hacen artesanías pero que no son artesanos: una cosa es hacer artesanías e ir a una feria a venderlas, y otra cosa es ser artesano y esas son dos cosas muy diferentes. Y hoy pasa que las ferias las manejan esas personas que hacen artesanías pero no son artesanos, entonces no tienen los conceptos que manejamos nosotros.
-¿Qué conceptos?
- De compañerismo, de abrir la feria para que los compas de otros lados puedan trabajar, en vez de poner trabas... No hablo por las ferias de Esquel sino de las que participo habitualmente, la de Trevelin. Complejo porque por ahí son localistas porque no viajan y por ahí pueden pensar que si son menos venden más, una mente chiquitita que son los que están en el otro pensamiento. Nosotros estamos parados en ser buena gente, compartir saberes, pasar los datos, dónde se hace, eso.
- ¿Te ves haciendo otra cosa?
- No, a mi me encanta. Por ahí estoy haciendo más a pedido, la mayoría de mis clientes son de Esquel, pero por ahí voy a otro lado que no voy hace años y pasan con anillitos del año del pedo y me doy cuenta que hay un camino recorrido. Tanto tiempo laburando, laburando, laburando y por ahí busco tener más tiempo, cumplí cincuenta y es una bisagra. Trato de ir a ver más a mi vieja en Buenos Aires, que está mas grande y yo también estoy un poco más cerca. Y trato de hacer otras cosas, el año pasado estuve laburando para Beto Villa en La Boca y estuvo buenísimo, compartiendo y haciendo con otros artistas que me abren la cabeza mal. Y mucho para la clientela, que cada laburo que me dan es un desafío. Pero no me imagino haciendo otra cosa, toda mi armonía pasa por hacer artesanía, capaz un poco más nómade porque lo mío es chiquito, viajar un poco más adelante. Irme entre mayo y octubre sería ideal, ¿Viste? Porque acá estás tres meses encerrado, por ahí hubo un primer día lindo y los ves a todos de nuevo saliendo, todos gordos de comer torta frita, la gente cambia con los días lindos, ¿viste? Lo re veo ese día, siempre lo identifico: mirá, es el primer día lindo de la cordillera que sale todo el pueblo entero. Ahí volver.