El Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) relanzó recientemente su Mapa de Arsénico, una plataforma colaborativa que busca mapear la presencia del metaloide en aguas subterráneas y superficiales de todo el país, con el fin de concientizar sobre riesgos para la salud y promover muestreos voluntarios para ampliar la cobertura.
El proyecto ya incluye más de 350 muestras, con datos de numerosas provincias —entre ellas Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Santiago del Estero, Tucumán y La Pampa—, y advierte que en muchos puntos los valores detectados superan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, entre las 23 provincias del país, Chubut aparece como la única que, hasta ahora, no registró muestras analizadas en el mapa del ITBA. Esto significa que no existe información pública sobre la presencia —o ausencia— de arsénico en las aguas de los acuíferos, pozos o redes de abastecimiento de esa provincia.
Esa ausencia de datos plantea una preocupación particular: la falta de análisis deja a comunidades enteras sin información esencial para evaluar si el agua que consumen (o podrían consumir) está dentro de los estándares de seguridad. Dado que la presencia de arsénico en el agua puede no detectarse por color, olor o sabor, la única manera confiable de saber si hay contaminación es mediante análisis químicos, como los que promueve el ITBA.