La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo está transformando radicalmente la manera en que se enseñan y evalúan los contenidos, especialmente en secundaria y universidad. Para muchos docentes, asignar trabajos escritos para realizar fuera del aula equivale a fomentar el uso de la IA como medio de trampa académica.
Un estudio del Higher Education Policy Institute revela que el 92% de los estudiantes emplea herramientas de IA en sus actividades académicas, un aumento notable respecto al 66% del año anterior. Además, el 88% utiliza específicamente IA generativa como ChatGPT para evaluaciones, frente al 53% registrado en 2024. Entre los adolescentes estadounidenses, el uso de ChatGPT para tareas escolares se duplicó del 13% en 2023 al 26% en 2024, según Pew Research.
En secundaria, el 46% de los alumnos utiliza IA tanto para actividades académicas como no académicas, de acuerdo con Open2Study. Este fenómeno ha llevado a replantear las prácticas docentes, como explica Casey Cuny, profesora de inglés con 23 años de experiencia y reconocida como Maestra del Año de California 2024: “La trampa está por las nubes. Es lo peor que he visto en toda mi carrera”.
Para Cuny, las tareas para hacer en casa han quedado obsoletas: “Cualquier cosa que envíes a casa, tienes que asumir que será hecha con IA”. Por ello, gran parte del trabajo escrito se realiza ahora bajo supervisión en clase, con ayuda de software que limita el acceso a sitios externos. También enseña a sus estudiantes a usar la IA como herramienta de apoyo y no como recurso para hacer trampa.
Kelly Gibson, docente en una zona rural de Oregón, ha optado por evaluaciones orales y escritura en clase para evitar que los plazos largos para entregar ensayos fomenten el uso indebido de estas tecnologías: “Solía dar un tema de escritura y decir: ‘En dos semanas, quiero un ensayo de cinco párrafos’. Estos días, no puedo hacer eso. Eso es casi rogar a los adolescentes que hagan trampa”.
El debate sobre la ética del uso de la IA también está presente en la universidad. Lily Brown, estudiante de psicología, relata su incertidumbre: “A veces me siento mal usando ChatGPT para resumir lecturas, porque me pregunto, ¿esto es hacer trampa? ¿Ayudarme a formar esquemas es hacer trampa? Si escribo un ensayo con mis propias palabras y pido sugerencias para mejorarlo, o cuando empieza a editar mi ensayo, ¿eso es hacer trampa?”.
La falta de directrices claras genera disparidad incluso dentro de una misma institución. Algunos profesores permiten asistentes como Grammarly para revisar la gramática, mientras otros prohíben su uso por la capacidad de reescribir textos. Jolie Lahey, estudiante de 11º grado, valora las habilidades enseñadas para usar IA pero critica las políticas estrictas de “No IA”: “Es una herramienta tan útil. Y si no se nos permite usarla, simplemente no tiene sentido. Se siente anticuado”.
Las instituciones educativas han pasado de prohibir inicialmente la IA tras la aparición de ChatGPT en 2022, a desarrollar guías más flexibles. Universidades como la Universidad de California, Berkeley, han implementado directrices que especifican el uso permitido de la IA en los programas de estudio, ya sea prohibiéndola, permitiéndola parcialmente o integrándola formalmente.
En Carnegie Mellon University, las infracciones relacionadas con la IA han aumentado, aunque muchos estudiantes desconocen cuándo están violando normas. Rebekah Fitzsimmons, presidenta del comité asesor de IA, comenta un caso donde un estudiante usó DeepL para traducir un trabajo y no advirtió que la redacción se modificaba, lo que fue detectado por software especializado.
La dificultad para identificar el uso indebido ha hecho que los docentes sean cautelosos al señalar posibles casos, para evitar acusaciones erróneas. Fitzsimmons destaca que la prohibición total de la IA solo es viable si se cambian los métodos de enseñanza y evaluación. Por ello, muchos profesores han vuelto a exámenes en clase o adoptado modelos de “aula invertida”, donde las tareas se realizan bajo vigilancia.
En la Escuela Secundaria Townsend Harris de Queens, por ejemplo, se prohibieron los ensayos para hacer en casa y se exige que los estudiantes redacten a mano los ensayos de lectura durante las primeras semanas, buscando reflejar un pensamiento más genuino, según Brian Sweeney, instructor de inglés.
Las herramientas para detectar el uso de IA también están en desarrollo. Turnitin reportó que, de más de 200 millones de trabajos revisados el año pasado, se detectó uso de IA en uno de cada diez. Sin embargo, solo el 25% de los docentes considera que estas herramientas son “muy efectivas” para determinar el origen de los textos.
En cuanto a las motivaciones, el 51% de los estudiantes usa IA para ahorrar tiempo y el 50% para mejorar la calidad de sus trabajos. Los usos más frecuentes son explicar conceptos (58%), resumir textos y generar ideas para investigaciones, aunque un 18% admite copiar directamente texto generado por IA sin modificaciones.
Existen además diferencias demográficas en el uso: el 31% de estudiantes negros e hispanos usa ChatGPT para tareas, frente al 22% de estudiantes blancos, y los alumnos de grados superiores (11º y 12º) lo emplean más que los de grados inferiores (7º y 8º).
El debate sobre integridad académica se intensifica. Un estudio de Packback Research señala que el 89% de los estudiantes admite usar IA para tareas, poniendo en duda la eficacia de las medidas tradicionales. Un docente reflexiona: “Las herramientas de detección como Turnitin se sienten inherentemente punitivas. Crean esta dinámica adversarial con los estudiantes desde el inicio”.
A nivel global, la UNESCO informa que dos tercios de las instituciones de educación superior cuentan o están desarrollando políticas sobre el uso de la IA, resaltando la magnitud del desafío.
Como concluye Casey Cuny, la cuestión fundamental sigue abierta: “Tenemos que preguntarnos, ¿qué es hacer trampa? Porque creo que las líneas se están difuminando”. Esta interrogante impulsa a repensar los principios del aprendizaje auténtico en un entorno donde la inteligencia artificial se ha integrado profundamente a la experiencia educativa.