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13 de Agosto de 2025

De dibujar líneas a los contrastes de colores y lo abstracto: Memo Chort

Llegó a Esquel con la idea de continuar trabajando como arquitecto. Las casualidades lo pusieron al frente de un Arte Bar que duró apenas un año pero que le dejó grandes amigos: Claudio Dalcó y Marta Sottile. Ellos le abrieron su taller y comenzó a dedicarse a pintar. Hoy con varias muestras realizadas, Memo vuelve al Taller de Marta desde donde abren las puertas para que otros artistas puedan encontrarse como ellos.

Por Redacción

Domingo, 24 de noviembre de 2024 a las 07:00

Nació en mayo del 59 en San Francisco, Córdoba, y los primeros años de su vida se crió en el campo. De padre médico y madre ama de casa, la veta artística en su vida la fue dibujando solo y casi sin darse cuenta. Estudió y trabajó como arquitecto pero de forma autodidacta se fue acercando a los pinceles y colores y la gestión cultural siempre lo tuvo con un pie en un tarro de pintura. Cuando llegó a Esquel abrió un arte bar y eso lo llevó al taller de su amiga la muralista Marta Sottile, donde hoy hay un espacio cultural en su honor y sigue pintando y generando encuentros a través del arte. Memo Chort realizó muestras como “Manos que sostienen” junto a Horacio Moscovici, “Origen y construcción” y su última presentación “Migrantes”, donde a través del arte abstracto y los colores contrastantes habla de la humanidad y desliza su mirada sobre grandes temas como la guerra, la política y el futuro.

 

UN LIENZO BLANCO

Su papá escuchaba folklore y de vez en cuando agarraba la guitarra pero la tenía más que nada para las visitas. Sus primeros colores estaban en Colonia Marina donde se desplegaba todo un espacio de juegos entre la plaza, la bici y las caminatas hasta el colegio. No era el plan familiar vivir en zona rural pero su padre aprovechó la oportunidad ante el retiro del médico del pueblo para lograr un trabajo y poder sustentarse. Como a su papá no le gustaba vivir en el campo, en cuanto pudieron volvieron a la ciudad. Memo tenía diez años.

- ¿Qué recordás de esa primera parte de tu vida?

- Era una vida tranquila, siempre fue una infancia feliz, digamos, tranquila. Cuando llegué a la ciudad lo que más me impresionó fue el tamaño, para ir de un lado a otro se andaba largo. En el campo todo era cerca y caminando, pero en Córdoba había elevadores, colectivos...

-¿Cuáles eran tus pasatiempos allá?

- Mi papá me llevó a jugar al rugby y practiqué hasta los 19 cuando entré a estudiar Arquitectura ahí en Córdoba. El entrenamiento era muy intensivo y competitivo y tampoco quería continuar, el estudio me absorbió todo el tiempo. En los veranos me acuerdo que aprovechaba y jugaba al básquet, pero después me dediqué a estudiar.

-¿De dónde te vino la elección por Arquitectura?

- A mi me gustaba dibujar pero no cosas como... perros o figuras. Los dibujos publicitarios me gustaban mucho, la combinación de cosas como los colores, las fotos, la composición.

- Bueno una cosa que se destaca y diferencia entre campo y ciudad...

- Sí también veía revistas en casa, me gustaba cómo venían armadas, diseñadas, me atraía mucho. Así que entré en Arquitectura y en segundo año empecé también Arte. Después se me hizo difícil sostener las dos y si bien hice un solo año de Arte, me sirvió para explorar, investigar más o menos cómo era y desde entonces siempre me interesé por el tema. Empecé a ir a Museos, me quedaron algunos compañeros que eran artistas y iba a ver sus muestras. Incluso recuerdo un compañero dearquitectura que destacaba por perspectivas muy etéreas y locas y ya era bastante plástico eso. El hombre ya tenía algo de entrada y me gustaba ir a ver lo que hacía.

- ¿Recordás alguna muestra que te haya gustado o marcado entonces?

- Sí una de Francisco Vidal, había muchísimo arte en Córdoba, muchos escultores muy buenos también. Tenía un mundo cerca que era enorme en ese sentido, mucha movida cultural y en cuarto año de Arquitectura hice un proyecto de centro cultural. Me acuerdo que ahí conocí varios talleres de artistas a los que les preguntaba qué necesitaban, qué se podía hacer para mejorar la difusión o circulación y eso me fue metiendo también en el tema.

 

 

DIBUJO EN BLANCO Y NEGRO
Memo recuerda que más allá del estudio, en esa época cada vez que podía, que estaba quieto o incluso hablando con otros, dibujaba. Siempre que agarraba un lápiz algo dibujaba, incluso mientras hablaba: “un vicio”, dice. Sus apuntes de clase tenían todos los márgenes dibujados: pájaros, mariposas, lo que se le ocurría.

- ¿Qué hiciste cuando terminaste?

- No rendí el título porque formé una familia y tuve un hijo. Tenía ir a trabajar y me metí en un estudio de arquitectura donde dibujaba todos los días. Hicimos muchos proyectos, recuerdo un grande, un shopping, después empecé a viajar con una empresa constructora y estaba mucho en obras. Ahí empecé a juntarme con unos compañeros del trabajo y hacíamos cosas artísticas. Teníamos un papel en la pared y hacíamos dibujos con colores, usábamos pasteles, tintas que había en el estudio, pero era más un pasatiempo.

 

 

DESDIBUJAR LAS LÍNEAS, CONTRASTAR COLORES

Su hermano médico se había ido a vivir a Esquel y Memo al separarse, decidió cambiar de vida. En 1995 se mudó a la Patagonia y unos amigos de su hermano tenían un local y querían poner un bar. Como trabajaban en el Hospital no tenían tiempo para llevarlo adelante así que Memo decidió ponerse al frente. Así nació Al Fondo Arte Bar, en Alvear y casi 25 de Mayo, al lado de donde estaba el Jockey Club. Funcionó apenas un año pero tuvo muestras plásticas, de teatro, música y se empezó a rodear de artistas. Sus primeros amigos fueron Marta Sottile y Claudio Dalcó, quienes integraban la Sociedad de Artistas Plásticos.

- ¿Por qué un Arte Bar?

- Me gustaba estar entre artistas. Trajimos a Enrique Crosatto, expuso Gisela Yagüe, hizo una charla Margot Ripa, se armaron muchas movidas y venían muchos de Bolsón. También música, tocó Piedra Bocha por primera vez en Esquel ahí, también Chachi Gómez, los Winchester, músicos patagónicos como Eduardo Paillacan. El pueblo era chico y la gente salía sólo los fines de semana, así que un poco era para generar movidas. Marta y Claudio iban mucho y ahí nos hicimos amigos. Yo abría y siempre aparecía un artista nuevo, me acuerdo también que vino una compañía de títeres, se juntaban todos ahí. Vino también Luisa Calcumil, Marilina Ross, pero estaba difícil sostenerlo así que cerré al año y me quedé acá en Esquel. Volví a trabajar de arquitecto.

- ¿Y la pintura?

- Marta me empezó a invitar a su taller y ahí en un año aprendí un montón. Empecé a integrarme al SAP y participé de unas veinticinco muestras que organizábamos en todos lados. En ese marco hice en Bolsón mi primera muestra, La Bandurria.

- ¿Qué pintabas?

- Cuadros de diferentes tamaños con acrílico, cosas más de arquitectura, escenografías. Por que también me integré al teatro como escenógrafo e iluminador en el grupo El Garrote, con Flavio Romano.

- ¿En el taller de Marta empezaste a pintar?

- Sí acá empezó todo. Pintábamos durante la tarde y terminábamos con una guitarra, un vino, pero me formé con ellos, fueron muy generosos y abiertos conmigo. Me corregían, me enseñaban, me solté con el color y aprendí a manejar los materiales que no es fácil, depende con qué, tenés que esperar o no, según lo que buscás, hay muchas técnicas.

- ¿Qué te atrapó de pintar?

- Depende, pero siempre expresar una idea. De acuerdo a cada muestra, hubo una evolución para mí, a veces tenía los colores, a veces los títulos, siempre con ideas abstractas. Cuando hice “Origen y construcción” quería ir de lleno a la pintura, al estudio de lo abstracto sobre los contrastes que veía e hice seis series, cada una con un significado.

- ¿De dónde te inspirás?

- De los grandes temas, la guerra, el origen. Por ejemplo ahora estoy con “Migrantes” y me vino porque escuché en las noticias que en el futuro va a haber tribus inmigrantes que viajan permanentemente. Entonces yo me imaginaba siendo parte de una de esas tribus, viajando, simplemente sin saber a dónde vamos. La vida es como viajar, siendo nómades, me imaginaba llegar a un lugar y mirar cómo eran las cosas cotidianas de esa vida, despertarse todos los días con olor a humo del fuego, de caminar, encontrar los paisajes, pasar siempre por diferentes lugares. Bueno, a partir de ahí se me abrieron un montón de ideas para desarrollar.

- ¿Cuándo se convirtió en trabajo?

- Cuando pude dedicarme de lleno. Ahora vengo todos los días acá. Desde que Marta falleció decidimos generar acá un espacio cultural y dar talleres, exponer, encontrarnos. Acá podés venir a tomar un mate o un café o a crear. No tenemos intención de fines de lucro, sí la de acompañar a los artistas. Acá suceden cosas, hicimos una muestra del trabajo de Marta que tiene una enorme cantidad de cosas hechas. Estamos haciendo un catálogo de sus pinturas y también hicimos un evento para colaborar con Miguel Trafipán, que le robaron los instrumentos. El taller se llenó, después va a venir Chele Díaz a presentar un libro sobre la vida de Miguel, contada por él mismo. Nuestra idea es darle uso a este espacio, que es el taller de Marta, alla atrás es el de Claudio y queremos hacer cosas, no forzar nada, que se de naturalmente. Con cubrir los gastos estamos.

- ¿Qué estas creando ahora?

- Estoy poniendo otros materiales como grabado y monocopias. Cosas no tan grandes, porque después de la experiencia de pintar en grandes tamaños te das cuenta que necesitás una camioneta para mover las cosas, es una movida más.

- Siempre pensando en la generación de espacios, van de la mano para vos.

- Si parece que sí, pero se dio así siempre. Y un poco este espacio es parte de eso.

- El trabajo del pintor puede ser muy solitario, sin embargo, la gestión parece ser para vos algo que va de la mano con tu trabajo de pintor.

- Es que sí, yo cuando tenía el bar era un espacio de comida, un medio de vida, no me lo cuestiono mucho. Es parte de mí, está en mí y el taller de Marta es una posibilidad de seguir porque Claudio no quiere que sea un espacio cerrado, los dos queremos seguir trabajando y produciendo. Yo me vine para acá porque mi casa es chica y acá trabajo y nos encontramos. Hacemos a veces cine debate, no viene mucha gente, pero vamos probando. Lo que aparezca, lo que surja, que fluya. Que el artista que quiera, encuentre acá un espacio y por teléfono, entre amigos, como sea, armamos todo lo que necesita y la convocatoria. Queremos seguir creando.