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13 de Agosto de 2025

Vivi Ramírez: Una vida de servicio, entre la entrega, el amor y la gratitud

Vivi Ramírez es mucho más que una figura conocida en El Bolsón. Su rostro amable es solo el reflejo de una vida de entrega y solidaridad. A través de su trabajo en el voluntariado del hospital local y su trayectoria en el diario Río Negro, Vivi ha tocado la vida de muchos. En una nueva edición de este ciclo de entrevistas de InfoCordillera, nos invita a su hogar para compartir su historia cargada de sacrificio, gratitud y un incansable deseo de ayudar a los demás.

Sabado, 19 de octubre de 2024 a las 07:23

Vivi Ramírez no nació en El Bolsón, pero siempre ha considerado esta tierra su verdadero hogar. Sus raíces están en Olavarría, provincia de Buenos Aires, donde nació junto a su hermano mellizo en 1955. "Mis padres eran de allá", explica con una sonrisa, "mi mamá de Azul y mi papá de Olavarría". Sin embargo, su historia en El Bolsón comenzó cuando su padre, un joven gendarme, fue destinado al recién inaugurado escuadrón de Gendarmería Nacional en la localidad.

La familia se estableció en el barrio de Gendarmería, frente a la Escuela 140, una zona que, en ese entonces, estaba formada principalmente por familias de otros gendarmes. Vivi recuerda esos años con cariño: “Éramos muchos chicos en el barrio, todos compartíamos todo. Nos criamos juntos, fuimos a la misma escuela, jugábamos y comíamos allí. Era una comunidad muy unida”.

La vida no siempre fue fácil. Su padre dejó el hogar cuando Vivi era aún pequeña, y su madre tuvo que enfrentar la crianza de sus hijos sola. "Mi mamá quedó a cargo de todo, y hubo tiempos difíciles, pero la escuela era nuestro refugio", comenta. Con una sonrisa nostálgica, recuerda los desayunos que les daban en la escuela: “Dulce de membrillo, queso... ¡qué ricos eran! Esos momentos marcaron nuestra infancia”.

El destino le presentó a Vivi desafíos desde muy joven. Se casó en Esquel y, con solo 25 años, se convirtió en madre de Franco Marcelo, su primer hijo. Pero la tragedia golpeó pronto: su primer esposo falleció cuando Franco tenía apenas tres años. Vivi tuvo que reunir fuerzas y regresar a El Bolsón, buscando el apoyo de su comunidad.

“Siempre sentí que la gente de este pueblo me sostuvo”, dice con los ojos brillantes. “El abrazo de mis vecinos, los saludos en la calle, las palabras de aliento... cada gesto me ayudó a levantarme”. Pero la vida le tenía reservada otra dura prueba. Tras algunos años, conoció a Tono, quien se convertiría en su segundo esposo y compañero de vida en el trabajo del diario Río Negro. Juntos, criaron a su hija, Silvina Valeria. Sin embargo, la tragedia volvió a golpear cuando Vivi quedó viuda por segunda vez.

El recuerdo de Tono aún vive en ella. "Tono era parte fundamental del diario Río Negro aquí en El Bolsón. Comenzamos trabajando juntos en los años 80, yo tenía 25 años y hacíamos de todo", recuerda. "Llegué a tener 22 canillitas que esperaban en nuestra casa la llegada de la camioneta con los diarios desde Bariloche o Jacobacci. No importaba el clima, el diario tenía que llegar. Era una verdadera aventura”.

 

La entrega suprema: donar vida a través de un riñón

Pero quizá uno de los momentos más conmovedores en la vida de Vivi fue cuando decidió donar un riñón a su hermano mayor, quien sufría de insuficiencia renal. “Él estaba en Olavarría, en el ejército, y un día nos comunicaron que necesitaba un trasplante”, relata Vivi. Sin dudarlo ni un segundo, Vivi tomó la decisión que cambiaría la vida de ambos para siempre.

“Yo no sabía nada sobre trasplantes, ni sobre donación de órganos. No había leído, no había hablado con médicos. Simplemente lo sentí en mi corazón”, cuenta emocionada. Vivi compartió la noticia con su familia, quienes inicialmente reaccionaron con preocupación. “Tenían miedo de que me pasara algo, y es comprensible. Pero mi decisión ya estaba tomada”, asegura.

El proceso no fue fácil, pero Vivi lo enfrentó con una serenidad sorprendente. "Cada mañana, me levantaba y buscaba información en la computadora sobre el trasplante. Quería saber todo", recuerda. Y aunque su hermano tenía miedo, Vivi siempre lo tranquilizaba. "Le dije: 'No te preocupes, cuando despertemos, estaremos juntos, uno al lado del otro, y los dos tendremos un riñón'. Y así fue. Nos despertamos en la sala de recuperación, uno al lado del otro, como lo había prometido."

Este acto de amor y sacrificio dejó una huella profunda en Vivi. "Nunca me arrepentí, y si tuviera otro riñón para donar, lo haría sin dudarlo", afirma con convicción. Para ella, el trasplante no fue solo una operación, fue una experiencia de paz, una confirmación de que su vida estaba destinada a servir a los demás.

 

El voluntariado: un refugio de gratitud y servicio

Con el tiempo, Vivi encontró en el voluntariado una forma más de canalizar su gratitud hacia la vida. "Cuando me quedé sola, sentí que necesitaba hacer algo más por los demás", dice con humildad. Así fue como, hace más de 10 años, se unió al equipo de voluntarios del hospital de El Bolsón. "Me acerqué un día, llené una solicitud y nunca más me fui", comenta entre risas.

El trabajo en el hospital es para Vivi una fuente constante de gratitud y aprendizaje. "El voluntariado no es solo llevar cosas materiales, es estar presente para quienes más lo necesitan. A veces, un pequeño gesto, una palabra de aliento, un abrazo, puede cambiar el día de una persona", reflexiona. Cada día, Vivi se enfrenta a las historias de dolor y lucha de los pacientes, pero también ve la resiliencia y el coraje en cada uno de ellos.

Uno de los momentos más difíciles que recuerda fue durante los incendios del 9 de marzo. "El hospital estaba desbordado, pero las donaciones no paraban de llegar", cuenta Vivi. "Fue increíble ver cómo la comunidad se unió para ayudar. Trabajamos incansablemente, organizando y distribuyendo todo lo que nos llegaba". Vivi destaca la importancia de la transparencia en su labor: "La gente confía en nosotros porque saben que trabajamos con el corazón limpio, sin buscar nada a cambio".

 

El tesoro más preciado: la familia

A lo largo de nuestra charla, queda claro que, para Vivi, lo más importante en su vida son sus hijos. Franco Marcelo, que nunca se ha alejado de su lado, y Silvina Valeria, que actualmente vive en Valencia, España. "Mis hijos son mi mayor logro, mi mayor alegría", dice con orgullo.

Aunque la distancia con Silvina es grande, Vivi mantiene una conexión profunda con ella. "Gracias a la tecnología, podemos estar en contacto todo el tiempo, y eso hace que la distancia sea más llevadera", comenta. Sin embargo, su anhelo más profundo es poder seguir disfrutando de la vida junto a ellos. "Si tuviera un deseo, pediría vivir muchos años más, con salud, para poder seguir sirviendo a los demás y viendo crecer a mis hijos".

Al final de nuestra charla, le pregunto a Vivi cómo se siente al final del día, cuando apoya la cabeza en la almohada y reflexiona sobre todo lo que ha vivido. Su respuesta es sencilla, pero poderosa: "Paz. Siento paz. La vida me ha dado mucho, pero también me ha permitido devolver un poco de todo lo que he recibido".

Vivi Ramírez es un ejemplo de lo que significa vivir con gratitud, con un corazón lleno de amor y con un profundo deseo de hacer el bien. Su historia es la de una mujer que ha sabido transformar el dolor en fuerza, y la necesidad en oportunidades para ayudar a otros.