“A mi me enseñó Luis Bertero”, “Empecé teatro con Luis”, “Luis me inspiró a dedicarme al teatro”. Pocas veces no se escucha una frase así después de una función, a una docente, a un actor, un espectador, cualquier vecino ávido de ver telones abrirse, conoce o tomó clases con Luis Bertero. Nacido en Buenos Aires donde estudió Arte Dramático, vivió en Esquel más de 30 años y se dedicó de lleno a enseñar y producir obras de teatro, sobre todo con los adolescentes. Generaciones enteras pasaron por el Auditorio a hacer el espejo con Luis Bertero o integraron “Cosas de madre” o “Buena cara”.
Luis tenía 17 años cuando fue con su mamá a ver “Los Mirasoles” al teatro Presidente Alvear: “Fue un descubrimiento. Cuando se abre el telón y veo la escenografía con un jardín colonial de una casa de provincia en el interior del país, con el patio, las habitaciones, todo el lugar, yo me quedé enamorado, y dije: yo quiero estar ahí arriba. Y a partir de ese momento, empecé a estudiar en el único lugar que había, además de capacitaciones con distintos maestros que podías encontrarte o dependiendo también del bolsillo de cada uno”.
Hacer teatro en época de dictadura era ponerte en el blanco. “Cada función era un acontecimiento, se tejían redes para poder seguir haciéndolo y ahora que tanto se habla de la democracia, se pierde un poco la perspectiva. La democracia puede ser mejor, pero hay que cuidarla, hay que reconocer la historia, hay gente que se la jugó para sostener el teatro y la cultura y mucho se perdió ahí pero también mucho se sostuvo hasta gracias a quienes se la jugaron”, dice. Buenos Aires era complejo para poder armar compañías y obras.
La colimba le frenó todo y a quince días de darse de baja le tocó Malvinas. Se fue a Puerto Santa Cruz al medio de la montaña con un tanque y otros tres pibes. “Juré toda mi vida que no iba a volver a a la Patagonia después de estar sesenta días tapado con un nylon en la montaña santacruceña custodiando”, recuerda.
NI BUENOS AIRES, NI LA PATAGONIA
- ¿Y después de eso, por qué te fuiste?
- Había un proyecto de la Universidad de la Patagonia que fomentaba la llegada de gente joven y te daban casa y trabajo. Parece tan arcaico hoy... duró poco pero eran políticas muy concretas porque vinimos unos ochenta jóvenes. Ahí empezó mi nuevo contacto con la Patagonia. En ese entonces estudiaba geografía y teatro medio a escondidas porque mis viejos creían que me iba a morir de hambre, que eran todos bichos raros, entonces para mí era más fácil hacerlo así. Así que me fui para Esquel y había mucho movimiento cultural, mucha gente que hace cosas pero también se notaba que había que acompañar, provocar e incentivar un poco la movida. Cuando llegué estaba el grupo de Daniel García, y también había estado el grupo Melipal. Después Daniel entró como Director de Cultura y la actriz Norma Trombetta empezó a dar talleres y ahí me metí yo y me empezó a gustar cada vez más.
- ¿Te has sentido acompañado por el Estado?
- He tenido relación con todos los directores de Cultura, siempre fui a pedir permiso y siempre me dieron el espacio. El Auditorio municipal siempre fue mi casa y yo lo que quería era dar clases, hacer teatro, que se conocieran obras. Conociendo Buenos Aires sabía que habían muchas cosas que nose podían ver acá entonces yo te mezclaba una obra de autor desconocido con una obra más comercial, en el buen sentido de lo comercial. Siempre pudimos hacer lo que queríamos, el elenco que se armaba de las clases y el dinero que se recaudaba de las funciones se ponía en la siguiente producción. Hacerlo desde el Municipio permitía también que las clases fueran más accesibles y que aquellos que no podían pagar, también pudieran ir.
“MI PAPÁ QUIERE QUE YO HAGA FÚTBOL, PERO YO QUIERO HACER TEATRO”
No se podría sacar la cuenta de cuántos jóvenes tomaron clases con Bertero que hoy son actores profesionales, tiene sus compañías, o que el teatro les fue puntapié para otras disciplinas. Grupos de quince, veinte jóvenes llenaban sus clases entre 1997 y 2021, además de dar teatro en la Escuela Salesiano durante 22 años. En muchos momentos sus clases eran las únicas en funcionamiento para los adolescentes y eso germinó una semilla en la memoria teatral de Esquel. “No siempre con los padres muy contentos”, recuerda y se ríe: “Muchos venían diciéndome que sus padres querían que, no sé, vayan a fútbol pero ellos querían hacer teatro. Todavía hoy no es una expectativa de los padres que los pibes actúen”.
- Siempre en la dirección o la formación, casi nunca en el escenario ¿Por qué no actuás?
- No me gusta como actúo. No me puedo ver, no me puedo ver en un video. O sea, las veces que actué, actué porque se me caía el actor, porque se me enfermaba, porque se me iban, entonces no quedaba otra. Soy un mal actor. A mí me gusta dirigir, ¿sabés por qué? Porque dirigiendo vos actuás con todos los personajes en la cabeza, tenés todos los personajes en tu cabeza y todos te van diciendo algo. Yo he dormido poco en mi vida de director, porque todos los personajes me hablaban. Y en este juego de creación con el actor o con la actriz es lo más rico, porque ellos te tiran lo suyo, por lo menos es la forma de dirigir que tengo yo, y yo pongo lo mío, y vamos ahí yendo y viniendo con los personajes y les vamos dando la forma. Está bueno ese proceso creativo.
- ¿Y por qué elegiste darle a los jóvenes?
- Lo que pasa con la juventud, con la niñez, es que te renuevan, a mí me mantienen vivo, me hicieron crecer en un montón de cosas, hicieron abrir mi cabeza mucho más de lo que necesitaba, me hicieron contextualizar momentos diferentes de mi vida, entonces yo siempre cuando hablo de mi vida hablo de momentos, ¿no? Tuve momentos en Buenos Aires, en Chile, tengo este momento ahora, siempre mi vida fueron diferentes momentos y a mí lo que me gusta mucho de los jóvenes y de los chicos y la niñez es esto, ¿no? De mantenerte en acción, de estar pendiente, de saber qué les pasa, de saber cómo poder acompañarlos, de saber cómo están. Siempre quise que sepan que además de teatro pueden tener un referente que les puede ayudar en otras cosas, que pueden encontrar otra palabra, otro tema de conversación y que a mí a la vez me pasa eso. Yo no me olvido nunca cuando una vez dando clases dije, ´si pueden traer ese trabajo práctico hecho en computadora estaría mejor, y una chica me levanta la mano y me dice ´profe, vos hablas con términos viejos, es compu´. Y eso me hacía pensar que el que se tiene que modernizar soy yo, y eso es crecer y en ese intercambio, intercambiás vida.
- ¿Cómo ves a los pibes hoy en su relación con el teatro?
- Los chicos buscan y miran lo que quieren, cuando quieren hacer arte lo hacen y a veces, hablando de los cambios, las redes sociales los ayudan mucho. Cuando yo daba clases los chicos venían por iniciativa propia y a veces porque lo veían en la televisión, después sí es importante que cuando se acercan, sepan que hay que formarse, estudiar, leer para poder lograr eso que los inspiró, ese es el punto. Yo descreía del teatro virtual hasta que nos tocó la COVID. Y resulta que el año pasado hicimos un espectáculo desde la distancia, después de la pandemia me di cuenta que las redes y lo virtual podían ser amigos nuestros.
LAS ESPIRALES DE LA VIDA
Hoy viviendo en España, Luis recuerda y valora mucho la generosidad de Norma Trombetta de dejarle el espacio, que después le tocó también a una de sus alumnas. “ Norma me ayudó, me dijo que estaba preparado y después cuando me tocó irme a mí, bueno fue un poco diferente. No le dejé mis grupos porque creía que eran un ciclo terminado, pero sí incentivé a Sofía Pérez Marrero que fue parte de mis clases y compañías, a que empezara a meterse, porque justo también había terminado el Profesorado de Teatro. Cuando me jubilé supe que tenía que dar un paso al costado”.
- ¿Sos consciente de la cantidad de chicos que hoy son actores y profesores?
- No, la verdad que no. No quiero ser consciente porque es más lindo. Cuando vos te encontrás en Esquel, como me pasó el año pasado, que yo me encontré con una chica con su bebé en brazos, y me dijo ´profe, ¿cómo estás?, yo no sabía quién era y le digo, ´mirá, no te ofendas, pero... no me acuerdo quién sos´. Entonces hicimos memoria y me dijo, ´vos me enseñaste a ir a ver teatro´.
Y entonces eso, qué sé yo. Y que después haya una camada grande de gente que está haciendo teatro con fuerza en Esquel, a mí me pone muy contento. Me emociona que haya tanta gente, desde Luciana Bava, Micaela Morello, Beto Romero, Lisandro Zárate, Alvaro Ochoa, Giovanna Tonneguzzo, Pamela Thumann, Fernando Silvestri, son muchos más que ahora no recuerdo.
A LA DISTANCIA PERO CERCA
Tampoco se puede sacar la cuenta de la cantidad de obras que trabajó Luis Bertero pero siempre fueron en Esquel, como él dice, su lugar. Decidió ir con su pareja a experimentar la vida de jubilado en otro país, pero su corazón está en Esquel y en el teatro, como siempre. En España trabaja con una ONG que acompaña a jóvenes inmigrantes y les da clases de teatro como herramienta de contención pero siempre tentándolos a que se convierta en un proyecto de vida para ellos.
- ¿Te imaginás la vida sin teatro?
- No nunca lo podés soltar, no me lo imagino. Incluso con esto que no me gusta actuar, me empecé a anotar en castings pero nunca quedo -se ríe-. Me parece que hay que darse el permiso a cualquier edad. Para mí siempre el teatro fue jugar, jugar a ser otro. Y me parece que si te quedás con las ganas, si no lo hacés, si no probás, algo te va a fallar, algo te va a pasar. Y para eso hay que juntarse y si no te juntás, no sabés qué le pasa a la gente y saber lo que le pasa a la gente te transforma, te cambia la mirada y yo creo que la cultura es lo que nos va a salvar. Accionar te transforma, lo transforma a uno como director, como actor, como docente, porque te transforma con el otro, porque estás en común, en unión con el otro. Para mi que estudien teatro es también leer y que los que están aprendiendo sepan que hay actores que escriben teatro. Y tienen que saber que hay dramaturgos que se ganan la vida escribiendo esto que van a hacer. Si hacés teatro, tenés que ir a ver teatro.
- Ahora que estás viviendo allá ¿es más difícil, más complejo o más fácil hacer teatro que en Argentina?
- Si, para empezar acá hay acompañamiento del Estado y de privados también y eso repercute también en el trabajo, porque allá nunca vivimos sólo del teatro. Lo que sí sucede acá es que en algunas comunidades que son opositoras al gobierno en este momento, se están haciendo algunos recortes. Hay mucho movimiento de la gente que está en la cultura trabajando para que no sucedan esos recortes. Yo siempre digo que la cultura es la hija pobre, ¿viste? Y si no hay una cabeza que piense que la cultura es sumamente importante, al igual que otros, estamos en el horno. Yo creo que el Estado tiene que ayudar a la cultura mucho.
A ESQUEL SIEMPRE SE VUELVE
El teatro también es el encuentro con el público y la formación de espectadores también ha sido para Luis uno de los nortes de su trabajo en Esquel. Además de las clases, con Cosas de Madre y Buena Cara, pusieron en cartelera una gran cantidad de obras y dice que “es parte de la misión del actor, actriz, director”.
- ¿Cómo ves ese camino en la actualidad?
- Ahora por suerte hay mucho y Esquel tiene gran movimiento cultural y ahora si no lo fomentamos nosotros, lo fomentan otros porque siempre hay gente que hace cosas. Ajustaría esa definición que dice que parece que no hay mucho en Esquel, hay un montón y estar en contacto con eso nos forma.
- ¿Vas a volver a Esquel?
- En algún momento sí. Lo que extraño siempre, lo que más extraño de Esquel es eso, los abrazos, es una ciudad que ha sido muy afectuosa conmigo y se lo voy a agradecer siempre.
Fotos: Sol Ibaldi, otra de sus alumnas actrices =).