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11 de Agosto de 2025

Carlos Tebes, “el papá de Pía”: una historia sobre dar pelea a los golpes de la vida

Con 4 años de edad, Pía es conocida por miles y miles de personas a causa de los golpes que le ha dado la vida, comenzando por perder a su mamá durante el parto, haber necesitado un trasplante de hígado antes del año y lo último, haber superado un tratamiento oncológico. Pero en esta ocasión, desde InfoCordillera contaremos la historia de Carlos, su papá, quien ha estado junto a ella en cada momento y no se ha permitido el lujo de flaquear ni un solo minuto.

Sabado, 13 de julio de 2024 a las 05:30

Continuando con este ciclo de entrevistas exclusivas de InfoCordillera, llegamos al hogar de Carlos Tebes y su hija Pía y los encontramos en plena mudanza. Debido a las cuestiones médicas de la pequeña, con numerosas internaciones y tratamientos médicos, prácticamente han tenido que estar cambiando de casa dos veces por año.

Mientras Pía juega en su habitación, mate de por medio dialogamos con Carlos para conocer un poco más sobre su día a día, el impacto que ha tenido la llegada de esta pequeña guerrera, cuatro años atrás y las vicisitudes que han generado los golpes de la vida que han tenido que afrontar juntos.

Buscando conocer un poco más sobre su vida, nos cuenta que es de Ranchos, provincia de Buenos Aires, pero ya desde los 18 años comenzó a venir de vacaciones a la Comarca Andina. “Luego de irme a estudiar a La Plata, en donde pasé por dos o tres carreras, me recibí de Decorador de Interiores y fue por esa época que a través de amigos de mi pueblo que vivían acá surgió la posibilidad de venir a trabajar en una construcción importante de una casa de adobe y llegué a este valle y ya me quedé definitivamente”.

“En lo que es la construcción, trabajo desde chico ya que mi papá se dedicaba a eso y yo era muy apegado a él y pude aprender mucho” nos cuenta, agregando que “por eso, al día de hoy es que me dedico a todo lo relacionado a las obras”.

Avanzando en el tiempo, empezamos a adentrarnos en lo que fue la llegada de Pía a su vida. Carlos relata que “con Alice, la mamá de la nena, nos conocimos a través de amigos en común y no es que éramos pareja, sino que nos estábamos conociendo y fue así que ella queda embarazada”.

“Ella no se enteró en el momento, sino que fue como a los tres meses, cuando fue a un control médico ya que ella tenía hepatitis autoinmune, que le dijeron que estaba embarazada y que tenía dos opciones: abortar o seguir la gestación con alto riesgo de fallecer ella y el bebé”, recuerda, remarcando que “ella nunca dudó y decidió continuar con el embarazo”.

Sobre ese momento, señala que “fue algo muy fuerte para los dos y tuvimos que saber sobrellevarlo juntos”. Para esa época comenzó la pandemia de COVID y las restricciones más fuertes. “Esos últimos días, antes que nazca Pía, yo había ido a visitarla el 25 de abril que era su cumpleaños y a los dos días ya se iba a Bariloche debido a que se consideraba un parto de alto riesgo” explicó, agregando que en ese último encuentro vieron la ropita que tenían preparada para el bebé que aún no sabían si era nene o nena. “Si nacía varón le íbamos a poner León que era el nombre que había elegido yo, y si era nena, ella había elegido que fuese Pía” relata.

“Esos días seguíamos en comunicación telefónica y la noche del parto, una de las amigas de ella me avisó que ya estaba todo listo para que naciera, lo que sucedió a las 3:20 de la madrugada y 5:30, lamentablemente falleció Ali”, recuerda, señalando que “no sabía que hacer ya que yo estaba acá en El Bolsón y no había colectivos y las rutas estaban cortadas por la cuarentena. A las 6:20 de la mañana me junté con las amigas de ella para ver como podíamos organizar y fue así que, al empezar a conocerse nuestra historia, se puso en contacto una remisera que se ofreció a llevarme a Bariloche y encima totalmente gratis y cuando volvía tenía que aislarse durante 15 días ya que allá ya había casos de COVID y acá todavía no”.

Y llegó el momento crucial en su vida que fue conocer a Pía frente a frente. Carlos, con la voz quebrada por la emoción, detalla que “fue muy fuerte y no lo podía creer. Ella estaba en incubadora y no pude cargarla en ese momento, pero fue emocionante, pero con el agregado de lo que sentía porque su mamá había fallecido pocas horas antes por lo que se me cruzaban muchas cosas por la cabeza y la verdad que no sabía que iba a hacer”.

Carlos relata que “Pía nació prematura, con 32 semanas por lo que tuvo que permanecer internada en Neonatología en Bariloche por dos meses hasta que pudimos finalmente volver a El Bolsón donde de principio tuvimos que estar aislados por otros 15 días, así que quienes querían conocer a la bebé tenía que hacerlo a través de un vidrio”.

Por ese entonces, la historia de vida de Pía se hizo enormemente conocida y fue así que miles de personas se pusieron en contacto para ayudarlos. “Como se hizo tan pública la situación de ella, mucha gente comenzó a donarnos leche, pañales, ropita y se armó una cadena muy grande, que la verdad me hizo muy bien en esos momentos tan complicados que estábamos atravesando y hasta el día de hoy puedo decir que Pía tiene cientos de padrinos y madrinas del corazón”.

Y uno al conocer esta historia pensaría que con todo lo que vivieron ya era suficiente, pero sin embargo todavía estaban por llegar situaciones mucho más difíciles para ambos.

Según explica, “desde que ella estaba en Neonatología ya me habían dicho que había un problema con su hígado y que en algún momento íbamos a tener que ir a Buenos Aires, pero no me imaginaba lo que se venía”. Cuando Pía tenía 4 meses de edad, a través de una ecografía, determinaron que su hígado no funcionaba bien y que necesitaba de un trasplante.

“Llegamos derivados a Bariloche donde ella quedó internada y ya sabiendo que teníamos que ir al Hospital Garrahan en Buenos Aires, pero no teníamos certeza de cómo llegar ya que no había vuelos ni micros debido a la cuarentena”, remarca, señalando que “finalmente después de mucho insistir nos trasladaron en ambulancia casi 2.000 kilómetros hasta allá”.

Carlos, desde un primer momento se ofreció para ser donante para su hija, situación que a los médicos no convencía ya era el único adulto a cargo de la niña. “A Pía de inmediato la pusieron en lista de espera y finalmente accedieron a que yo le donara parte de mi hígado ya que los estudios confirmaron que era compatible y gracias a que mis hermanos se ofrecieron a estar a cargo del cuidado de la nena durante ese tiempo” relató.

Recordando ese momento crucial, nos cuenta que “debido a la situación del COVID, no había camas disponibles por lo que la operación se retrasó casi un mes. Pero finalmente nos dieron el ok: yo estaba internado en Florencio Varela y Pía en el Garrahan” agregando que “la intervención mía duró cerca de 6 horas y ella estuvo más de 11 en quirófano”.

Consultado sobre si sintió miedo sobre la situación, nos responde que “nunca me permití tener miedo. Pensaba más en Pía y estando lejos uno del otro, siempre preguntaba cómo estaba ella”.

Pero esta no fue la última situación difícil que les tocó afrontar…

“En el año 2022 Pía tuvo una internación grave en Bariloche por problemas respiratorios y pasó su cumpleaños en terapia intensiva” nos cuenta, indicando que “y ya el año pasado, nuevamente empezó con que le costaba respirar y luego de que la atendieran en el Hospital de El Bolsón, al ver que tenía neumonía la derivaron de urgencia a Bariloche” señalando que “10 minutos antes de llegar ya no podía respirar y entró en coma en mis brazos”.

“Al llegar al Hospital, la pasaron directamente a terapia intensiva y unas horas más tarde, los médicos me explicaron su situación, remarcando que estaba muy grave y que me despidiera porque había muy pocas chances de que pasara la noche” cuenta Carlos, con la angustia quebrando su voz al recordar esos momentos, remarcando que “ese fue el momento que más miedo tuve en mi vida”.

Pero por fortuna, luego de un mes y medio en terapia intensiva, estando en coma cerca de 21 días, Pía logró salir nuevamente adelante. “Primero quedó sin movimiento en brazos y piernas e incluso perdió un poco el habla, al haber quedado sin oxígeno el cerebro, pero de a poquito se ha ido recuperando de todo eso” señala Carlos.

Pero… No teniendo ni un momento de respiro, cerca de Navidad del año pasado mientras la evaluaban por una taquicardia que presentaba, la pequeña volvió a quedar internada. Carlos recuerda que “teníamos que volver al Garrahan para controles así que la dejaron hospitalizada en Bariloche y de ahí viajamos de nuevo a Buenos Aires y estando allí le empezó a salir como un granito en el ojo que se empezó a poner negro como un golpe”.

Los doctores al ver que este cuadro avanzaba muy rápido sospecharon que podría tratarse de otra cosa. Luego de realizarle resonancias, biopsias y otros estudios se llegó al diagnóstico que tenía un linfoma progresivo y que necesitaba de quimioterapia de forma urgente.

El valiente padre reconoce que “cuando me dieron el diagnostico me preocupó, pero no tanto como lo que habíamos pasado en noviembre”, remarcando que “los doctores me indicaron que había riesgo de vida para Pía ya que ella tiene muy bajas sus defensas debido a que es inmunosuprimida por el trasplante y las quimios le iban a afectar más todavía en ese aspecto. Yo sentí que me iban preparando para lo que venía”

 Esa misma noche, la pequeña leona empezó con el tratamiento oncológico que duró cerca de 5 meses, pero de esta situación también salió adelante.

Según nos cuenta su papá, “fueron 6 quimios y por suerte respondió favorablemente y la enfermedad actualmente se encuentra en remisión y nos permitieron volver al Sur, mientras continuamos con los controles que los podemos hacer en Bariloche”.

Continuando con esta charla por demás movilizante para quienes conocemos la tremenda historia de vida, nos metemos en el ámbito más personal de Carlos y le preguntamos si se imagina sus días sin Pía, a lo que nos responde: “No. Es más, cuando la dejo con sus tías del corazón o con mi hermana cuando estamos en Buenos Aires como que la extraño horrores a las pocas horas no de no verla y siento que la casa está vacía sin ella. Además, estar sin ella significaría que algo grave le pasó y no quiero ni pensar en algo así. Por más que hemos vivido situaciones muy difíciles sé que siempre ella va a salir adelante”.

Es así que nos cuenta que “usualmente no me puedo dar el lujo de flaquear, pero algunas noches me despierto en la madrugada y sin poder dormir, en soledad a veces me permito llorar”.

Y luego de haber repasado tantos momentos complicados, le preguntamos sobre lo más lindo que han vivido juntos, y sin dudar un segundo, nos responde que “cada segundo con Pía es de felicidad”.

Asimismo, lo llevamos a imaginar a su hija en el futuro. “Creo que de grande va a ser alguien que se va a hacer respetar porque ya hoy día veo que tiene su carácter muy fuerte” indica, explicando que “calculo que mucho tiene que ver con las situaciones que le han tocado vivir. Tantas cosas malas que ha pasado, le han hecho crecer mucho en sus cortos 4 años”, remarcando con una sonrisa que “va a ser muy lindo verla de grande”.

A la pregunta sobre si ha pensado como contarle la historia de su mamá, que aun a riesgo de perder su vida decidió seguir adelante con el embarazo, Carlos nos explica que “aún no he pensado como contárselo, pero Pía siempre me dice que su mamá está en el Cielo. Ella está muy presente en su vida, por ejemplo, tengo fotos de ella y le tengo guardado para darle en el futuro los aritos y prendedores que tenía puesto en el momento que falleció”, nos relata.

Por último, le consultamos cuál sería su sueño más grande y Carlos, con clara emoción en la voz, nos expresa: “Que Pía no tenga complicaciones de salud ya que por más que esté bien ahora sé que puede volver a tener que vivir cosas malas, como por ejemplo de necesitar un nuevo trasplante por eso, lo que más deseo es que no lleguen momentos como esos”.

 La historia de Carlos y Pía es un testimonio de amor incondicional y lucha incansable. Cada día juntos es una victoria, y su vínculo es un ejemplo de cómo el amor y la resiliencia pueden superar incluso los desafíos más grandes.